Sergio Rangel

Tras la huella de un caminante

 

Tomado de: Vanguardia Liberal, Bucaramanga, 31 de enero de 2016

En el siglo XIX Geo Von Lengerke un joven aristócrata alemán llega al Estado Soberano de Santander en un azaroso viaje como refugiado. Se encuentra con una tierra devastada por sucesivas guerras civiles, casi que su suelo rojizo es la sangre derramada. Montañas imposibles, precipicios de miedo. Se enamora del paisaje, de las lejanías y sus soledades, de la selva, del sonido aterrador de Rios impetuosos. Ah, y de su Constitución (1857) que adoptaba como hijo a quien pisara su tierra. Los caminos, su obsesión, y fue como soñar entre las manos los cabellos desatados de una mujer sin encontrarla.

Los nuevos pobladores de América usaron los caminos que los indios trazaron en círculos. Lengerke que venía de la Alemania de practicidad, ve que los caminos deben ser rectos, amplios y ligeros. Era el nuevo pensamiento cosmopolita y liberal que se tomaba las distancias para el progreso. Y ese pensamiento se topa con infinitas dificultades, con un impetuoso Río, el Saravita (Suárez) torrentoso, traicionero y rugiente que le atajaba el paso a la modernidad. Le propone entonces al joven Presidente del Estado Soberano de Santander Eustorgio Salgar, construir un puente de fierro que permite cruzarlo en un espabilar en mulas con 3 toneladas de carga. Cuatro años más tarde otro joven innovador Solon Wilches (1872) presidente del Estado lo inaugura. Es uno de las primeras obras “ concesionadas” Lengerke cobra el pontazgo, y recibe del gobierno tierras baldías. Ese puente olvidado y destruido por el tiempo que todo lo corroe, hoy es reconstruido para honrar la memoria del hombre que fue un camino. Muchos lucharon para recuperar esa memoria,(financiada por FONTUR) pero debe reconocerse que un buen hombre,y buen caminante, ing Gilberto Camargo Amorocho fue su gestor. El 7 de Febrero caminantes y jinetes que partirán de Zapatoca se encontrarán en el reconstruido puente de Las Ruedas, con los que partirán de las provincias guanentina y comunera para abrazarse en ese puente que habla del hombre que derrotó la “ soberbia de la naturaleza”

Autor:

Sergio Rangel