Conferencia de la Doctora Dolores Armentaras Febrero 11 de 2020, U Andes Enviado por Miguel Patiño Posse, Ph D Derecho Ambiental, Miembro del Centro de los Objetivos para el Desarrollo Sostenible en A Latina y el Caribe, CODS,
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- Categoría: Medio Ambiente
NOS QUEDAN 10 AÑOS PARA EVITAR LA DEFORESTACION DE LA AMAZONIA
La pérdida de los bosques tropicales en la Amazonía es una consecuencia directa de la crisis ambiental y social que vive el planeta. Dolors Armenteras —bióloga, magíster en Conservación Forestal y doctora en Geografía—, expuso en la cuarta cátedra Nuestro Futuro un diagnóstico sobre las problemáticas que afectan a la cuenca amazónica, un vasto ecosistema de 7 millones de kilómetros cuadrados del cual depende el 20% de la circulación del agua y del aire del planeta. Sin embargo, hoy, el Amazonas ha perdido el 17% de sus bosques.
Es urgente hablar de la deforestación
Evaluar la deforestación es difícil por todas las variables que entran en juego: la región, los tipos de bosque, las dimensiones de los ecosistemas, la incidencia de factores externos como el clima, entre otros. Entre todos estos elementos, Armenteras resaltó la importancia de usar la tasa de deforestación, la cual mide la velocidad en la que los países deforestan en un rango de tiempo determinado. Argentina, Chile y Ecuador, por ejemplo, son los que han deforestado más bosques teniendo en cuenta la tasa. En líneas generales, en el amazonas estamos deforestando el 1% del bosque cada año.
Los informes más recientes de Global Forest Watch señalan que, en el transcurso de 2018, Brasil perdió 1,3 millones de hectáreas de bosque amazónico, Perú 250.000 y Colombia 138.176. En los últimos años, la deforestación en Colombia ha sido un tema coyuntural debido a que actualmente es el cuarto país con mayor deforestación en el mundo, superado por Brasil, República del Congo e Indonesia.
Las causas de la deforestación varían dependiendo del lugar de estudio. Sin embargo, hay unas directas y que son generales: la construcción de infraestructura, la expansión agrícola y la extracción de recursos. De otro lado, dentro de las causas indirectas se encuentran: factores demográficos, económicos, tecnológicos, de políticas públicas, de propiedad de la tierra y otros factores culturales y de comportamiento. En Colombia, por ejemplo, predominan factores como la agricultura, la especulación con el valor de la tierra y la desigualdad de distribución de la misma.
¿Qué pasa en la Amazonía?
El 50% de los bosques pluviales del mundo están en la Amazonía. Además, como se señalaba anteriormente, este ecosistema nos proporciona el 20% de la circulación de agua y aire cada día. La profesora Armenteras explicó, además, que el 15% del agua dulce que llega al océano lo aporta el Amazonas. Por otro lado, un árbol en esta selva filtra hasta 1.000 litros de agua cada día. Los bosques en la Amazonía son claves para los ciclos hidrológicos. No obstante, un 17% de la cuenca amazónica se ha deforestado.
Por la creciente deforestación, en la academia ya se habla de un “punto de no retorno”. Sin tener en cuenta el factor del cambio climático —que incide en el funcionamiento regular de los ecosistemas — llegaríamos a ese punto de no retorno si el 40% de la Amazonía se deforesta. Esto llevaría a lo que mediáticamente se ha conocido como una “bomba de carbono”, lo que afectaría el aire, el agua y en general la vida de los seres que habitan el planeta por la liberación de millones de toneladas de carbono.
Tenemos entre 10 o 15 años para no llegar a ese punto de no retorno, dijo Armenteras. Existe un precedente, en 2004, cuando los incendios en la amazonía de Brasil disminuyeron, en parte, producto de las políticas públicas. Al analizar los factores que han incidido en la activación de incendios en el Amazonas, la expositora explicó que en Brasil se han asociado los fuegos a la deforestación, la ausencia de políticas públicas recientemente y el clima. En las temporadas de menos lluvia, hay más incendios y más deforestación. El Amazonas en Colombia, sin embargo, es más húmeda que la selva en Brasil. En nuestro país, como lo ha investigado Armenteras, también incide el clima pero no es el único factor. La quema de bosque para extraer madera, por ejemplo, incide en los incendios. También los proyectos y la especulación en determinados territorios del país, como Guaviare.
La fragmentación —proceso que tiene que ver con la fragmentación de los bosques y el posterior aislamiento de ecosistemas— también incide en la pérdida de bosques. En la medida en que se deforestan y quedan bordes expuestos, con las condiciones de cambio climático es más probable que se presenten eventos como incendios. Las condiciones climáticas extremas, sumadas a la pérdida de bosques, provocan una vulnerabilidad de los bosques aislados y fragmentados que quedan. En Colombia, la reconversión de bosques a pastos ha incidido en que se presenten más incendios. Lo mismo sucede con la construcción de carreteras: los bordes van colapsando, se disminuye la biomasa, hay microclimas y probablemente fuegos que acentúen la deforestación .
Si continuamos en esta tendencia, añadió la profesora ,en 2030 la parte norte de la Amazonía se puede desconectar de la parte sur. Si se reduce la tasa de conversión a pastos en un 50% y se delimita la frontera agrícola con rigurosidad y precisión, la Amazonía podría sobrevivir.
Investigar e implementar medidas
Dolors Armenteras hizo énfasis en la necesidad de evaluar con cuidado las causas de deforestación en determinados territorios. En Guaviare, por ejemplo, la ganadería no ha sido el principal factor, sino que existen otros como la deforestación para tener grandes especies de pastos y generar procesos de especulación con el valor de la tierra. También ha incidido el cultivo de palma. En estos casos, agregó la profesora, es clave utilizar el sistema de alertas tempranas para no llegar demasiado tarde a esos territorios.
Existen otras medidas que han funcionado: la creación de áreas protegidas y la constitución de resguardos indígenas, por ejemplo, han demostrado ser efectivas para prevenir la deforestación. Luego vienen otras discusiones complejas, pero en las que ya se está trabajando, como la necesidad de pensar cómo alimentamos el planeta entero sin degradarlo. En ese punto, como aparecía en su presentación, son claves los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Habló, por eso mismo, de una tercera vía. La forma en la que se interviene la Amazonía ni siquiera es productiva y hay que pensar en otras salidas que también son benéficas incluso para sus pobladores, como la Bioeconomía.
Actualmente existe un fenómeno de refuerzo mutuo entre el calentamiento global y la pérdida de biodiversidad. En el caso específico de la Amazonía, convergen varios fenómenos que han dado como resultado que el 17% de la cuenca amazónica haya sido deforestada. Así lo explicó el rector de la Universidad de los Andes, Alejandro Gaviria, quien moderó un conversatorio con Dolors Armenteras y Germán Andrade, biólogo e investigador del Centro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible .
Pese a los factores que están en contra, existen acciones y cambios que pueden tener continuidad. Dolors Armenteras dijo que no debemos caer en excusarnos en la idea de que por la complejidad del fenómeno no podemos tomar acciones. La investigación científica justamente ha demostrado cuáles son las causas y, por lo menos en Colombia, la discusión sobre la desigualdad y la tenencia de la tierra es inaplazable. También es importante dialogar con las comunidades en los territorios, pues no todas están degradando los ecosistemas, pero sí necesitan instrumentos legales para intervenir el territorio de manera más sostenible.
Al respecto, Germán Andrade dijo que es necesario que la sociedad civil entienda que nos estamos acercando al punto de no retorno y que es evidente que hay insuficiencia en las políticas públicas, su implementación y la falta de voluntad de los gobiernos para rescatar a la Amazonía. Es importante, por eso mismo, que la sociedad conozca las posibilidades concretas que se avecinan: como el aumento de dos grados centígrados y la posibilidad de perder un ecosistema que aporta el 20% del ciclo del agua en 2030.
La discusión, agregó el rector, también tiene que ver con la necesidad de un acuerdo global para proteger la Amazonía, pues lo que sucede en la economía internacional sin duda afecta la cuenca amazónica. Es necesario hablar de gobernanza global y de revisar cómo en el pasado se logró frenar la deforestación. Al respecto, Armenteras dijo que la política en Brasil durante 2004 sirvió para controlar los incendios, y esto pasó por aplicar las normas de permisos, vigilancia y en general el control de esos ecosistemas. Es clave, coincidieron ambos, en que la evidencia científica esté al servicio de nuevas políticas públicas ambientales.
En efecto, las investigaciones científicas cambian, decía Gaviria. Siempre existe un margen de incertidumbre. No obstante, la discusión también es ética, y señaló que frente al conocimiento que tenemos, la decisión política debe estar encaminada a que la sociedad no pase por esos riesgos que ya ha previsto la ciencia. En ese sentido, agregó Andrade, urge trabajar en la divulgación científica, pues pareciera que gran parte de la población no sabe a lo que se enfrenta y desconoce su geografía.
Armenteras dijo que en Colombia hay aspectos específicos en los cuales trabajar: cambiar los cultivos de caña, de soya y pensar en agricultura más natural, comenzar a aplicar métodos de bioeconomía, acelerar la creación del catastro multipropósito y trabajar en la distribución de la tierra.
Al final hubo una disertación sobre la necesidad de valorar el conocimiento de los pueblos indígenas. Ellos, dijeron los tres panelistas, tienen que hacer parte de esta discusión por los conocimientos que poseen sobre la naturaleza y su rol en la historia. El rector aprovechó este momento para leer un pasaje del antropólogo Gerardo Reichel-Dolmatoff en el que describe la relación íntima entre la naturaleza y las comunidades indígenas. Por último, Gaviria cerró la cátedra con un poema del poeta venezolano Rafael cárdenas. Al responder sobre la ética, él decía: “considero bueno todo lo que favorece a la vida”.
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